Esta técnica de higiene de origen milenario fue predominante en el antiguo Egipto.
Para los egipcios la medicina era considerada una profesión sagrada, lo que conllevaba a que existieran un gran número de especialidades.
El faraón, cuya salud era un asunto vital para la supervivencia del reino, premiaba a sus médicos con el título altisonante de Guardián Real de la parte del cuerpo correspondiente.
Y entre estos, el cargo más curioso es seguramente el de Guardián Real del Ano del Faraón -neru pehut en egipcio antiguo-, su especialista en salud rectal e intestinal.
Existe diversas fuentes que hablan de estos tratamientos, la más antigua es el Papiro Ebers, 1500 años antes de nuestra era, es uno de los más importantes referentes históricos.
También, se ha tomado como referencia un documento algo posterior, llamado papiro de Chester Beatty y datado aproximadamente en el año 1200 a.C.,
Este último, describe en detalle las funciones del Guardián del Ano:
Sus trabajos más habituales eran las limpiezas de la zona rectal, introduciendo agua que se soplaba a través de una caña de oro, y el tratamiento de hemorroides. Otra tarea, menos agradable aún, era la de introducir líquidos purgantes para estimular los intestinos del faraón y facilitar la evacuación cuando este sufría una indigestión, empacho o padecía de estreñimiento.
Los textos explican que la práctica fue inspirada originariamente por el ibis, un pájaro sagrado para los egipcios, que se introducía por su ano su largo pico encorvado lleno de agua para limpiar sus intestinos.
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